Todos alguna vez hemos escuchado una canción que pasaban demasiado en Mtv (en sus buenos años, cuando de verdad pasaban música en su programación) que sonaba roquerona, medio goth también y con una voz de mujer con matices profundos, una soprano que el mundo necesitaba escuchar.
Amy Lee
Bring me to Life fue todo un hit en 2003, cuando la banda de rock Evanescence debutó con un álbum de estudio llamado Fallen. Esta banda tendría como visual, cantante principal, compositora y sobretodo fundadora a Amy Lee. Una mujer que el mundo vio nacer en vísperas de Año nuevo en 1981, que desde pequeña decidió entrenarse en música y soñaba en convertirse en compositora clásica.
Lo que Amy no sabía era que el destino y un campamento de jóvenes la llevarían a conocer a uno de sus amigos más importantes, el joven Ben Moody, quien comenzaría a trabajar con ella tocando en cafés, bares y lugares locales de California. Tiempo después decidirían formar una banda, de la que Amy se hizo líder, además de compositora oficial y voz principal.
Evanescence sería su bebé, su joya y su trabajo de tiempo completo, ya que el talento de Amy se desbordaba y necesitaba una manera para expresarlo con la pasión que la música siempre fue para ella. No les cuento demasiado de la banda, pues su nuevo material este año nos deja de qué hablar próximamente.
Lee tendría éxito con la banda, pero tendría que pasar por obstáculos que como artista, frustraron el proceso creativo que tenían en su momento, teniendo que lidiar con problemas legales que no culminarían hasta el día de hoy, ya que Octubre 31 marcaría un éxito de Amy y el final de una lucha de varios años, ya que en 2014 demandó a su antigua disquera Wind-up records, por no haberle pagado lo que merecía, es decir, se habían aprovechado de su talento y contenido para hacerse ricos (los administrativos de la disquera) y el capital que los músicos tendrían que tener no era exactamente lo que les daban.
Amy Lee con los grammy que Evanescence ganó en 2004 |
Las regalías sumaban cerca de 1.5 millones de dólares de acuerdo a Amy, de las cuales nada se le había dado a la cantante y compositora, así que la única salida era demandar y pelear no tanto por el dinero (que seamos honestos, importa mucho cuando vives de la música y se aprovechan de tu talento), sino por el respeto, la lucha de los creativos que no son pagados lo suficiente y de los cuales, empresarios como los de Wind-up records logran aprovecharse muchas veces.
La batalla legal ha terminado, pero tristemente el millón de dólares que se le fue entregado será destinado en costos legales, entre otros pagos y la cantante quedaría con una suma de 80,000 dólares (que tampoco vienen mal, pero no son lo adecuado a su esfuerzo).
Amy Lee ha ganado la batalla, siendo 2017 su regreso a la promoción formal de Evanescence, el lanzamiento de nuevo material y al fin la victoria que se esperaba. Y, aunque todo suena color de rosa ahora, ésta mujer también ha sido víctima de estereotipos y de no alcanzar el estándar de belleza adecuado para una cantante famosa, que no la detuvieron de seguir con su carrera e incluso de ser madre. ¿Quién lo diría? La verdad éste último dato suele ser sorpresa para muchos, porque siempre ha tenido su vida privada como es, privada, y los medios suelen cubrir más su batalla legal que su vida a lado de su hija.
Por eso Amy Lee ha traído de vuelta a GirlBoss, es una guerrera que ha sabido sostener su palabra, su fuerza y talento sobre todas las dificultades que el mundo del capitalismo le ha aventado.
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